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1.3.15

Siete entrenadores en el Marbella 94-95

Cuando me pasé el material para comentar los fichajes excéntricos del Atlético Marbella, durante su etapa en Segunda A, no podía presagiar que estuviera, posiblemente, ante la mayor trituradora de entrenadores en una sola temporada. Malos resultados, licencias denegadas, o ambas, fueron los causantes de que, veinte años después, escriba hoy sobre esto.

El Atlético Marbella, durante unos años, sirvió como una especie de filial del Atlético de Madrid. Jesús Gil, alcalde de Marbella y presidente del Club Atlético de Madrid, cedía a un buen ramillete de jugadores constantemente. El club pasó de manos del Ayuntamiento (GIL) a las del serbio Slobodan Petrovic, quien pagó 113 millones de pesetas. Bob, como se le conocía, llegó a tener una orden de expulsión de España, al denegarse el asilo político que solicitaba. Petrovic jugó en las categorías inferiores del Estrella Roja. Más tarde, tuvo su éxito como líder del grupo de música pop Zdravo. Un Piterman de los 90. Amigo de Jesús Gil, seguía sus pautas en la dirección de un club que, jugando en Segunda, tenía 800 socios, pero fichaba a jugadores con pasado en Primera División.

Tras dos temporadas en la categoría de plata, en las que pasaron Sergio Kresic y Manuel Martín (92-93), Florencio Garrido y Ramón Blanco, con Martín como interino una jornada (93-94), por el banquillo blanco, el serbio Dragoslav Sekularac comenzaba la andadura de la famosa 94-95. Su periplo duró dos jornadas. Dos derrotas, ante Hércules (3-1) y Mérida (0-2), propiciaron el primer cambio de entrenador. Nene Montero fue el sustituto. El técnico andaluz debutó a lo grande. Ganaba 1-4 en el Estadio del Vivero de Badajoz. y se reafirmó en casa ante el Mallorca (2-1). Nene cosechó cuatro victorias, dos empates y dos derrotas. Tras ganarle al Bilbao Athletic (2-1) dimitió.

NESTOROVIC Y COLEMAN, ENTRENADORES FANTASMA
En lugar de Nene se contrató a Miroslav Nestorovic, hombre que había trabajado para Sekularac. Dos victorias, un empate, dos derrotas... y adiós. Jornada 15, y ya habían pasado tres entrenadores. Nestorovic, que años más tarde montó una academia de fútbol en Marbella, no podía entrenar en España. La Federación rechazó su contratación porque la documentación que se presentó era falsa. Entonces se barajó el nombre de Diego Armando Maradona para que el Pelusa fuera el cuarto técnico costasoleño. El argentino, por entonces inhabilitado por doparse durante el Mundial de 1994, había jugado poco antes en el Sevilla (al que patrocinaba Marbella). Deshecha la idea del astro argentino, se puso al mando el inglés Thomas Coleman. Llegó a dirigir a los juveniles del Arsenal, experiencia insuficiente para dirigir en España. Por eso, en los partidos que tuvo contrato, actuó como delegado en los partidos. Se comentaba que era un buen entrenador de porteros, simplemente. En esas jornadas, el Marbella empataba en El Helmántico y caía ante el Rayo Vallecano (0-2). El vacío que había en el banquillo, fue aprovechado por Petrovic para dirigir al equipo. Lo hacía desde su posición en el palco.


Después del esperpento, Ramón Blanco, quien terminó el ejercicio 93-94 con la permanencia debajo del brazo, tomaba las riendas del equipo. Sería para siete jornadas. Dos victorias, tres empates y dos derrotas. A pesar de los continuos cambios de entrenador y distintos impagos, el equipo conseguía unos resultados regulares. Con balance de victorias y derrotas algo parejas. Sin embargo, el Marbella quería más. Petrovic decía que les pagaría cuando el Marbella ocupara una de las tres primeras plazas. 
Entonces llegó el ex jugador del C.D. Málaga Francisco Javier Nevado, Javi. Dirigió al equipo durante dos partidos. Dos derrotas. Lógicamente, le costó el puesto. Pusieron a Delfín Álvarez. Tres partidos, tres derrotas. Demasiado duró. Era el séptimo entrenador en una temporada. Tanto cambio de entrenador, y muchos de ellos de desconocida trayectoria, debía de tener al equipo descontrolado. Esas cinco derrotas llevó al equipo a ocupar puestos de descenso. Entonces, y con Petrovic ya fuera del Marbella, llegó el octavo. Bueno, séptimo bis, pues era un viejo conocido, Ramón Blanco. Dirigó al equipo las últimas nueve jornadas, cinco victorias, un empate y tres derrotas (dos de ellas en las últimas dos jornadas).

En líneas generales, siempre permaneció entre el décimo (puesto máximo en toda la temporada) y el decimocuarto, lugar donde finalizó. Lo más impresionante, y milagroso, de la historia es que, tras tanto baile de entrenadores, al final, consiguiera la permanencia. 

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