El ascenso se produjo tras una victoria cordobesista por 2-1 ante el Hércules y la derrota del Deportivo de La Coruña, entonces en la misma categoría de plata en la que estará el próximo año más de dos décadas después.
Fue aquel un ascenso bastante inesperado, puesto que la plantilla confeccionada rezumaba juventud y venía en gran medida de la cantera, doce de veintidós. Desde la directiva de la entidad, que presidía Rafael Campanero, se pensaba en un principio en la permanencia, pero poco a poco, el Córdoba, entrenado por José Juncosa y al que había regresado uno de sus jugadores míticos, Mingorance, fue haciendo camino hasta terminar cuarto, beneficiándose de la ampliación de las plazas de ascenso de dos a cuatro al pasar la máxima categoría de 16 a 18 equipos.
En esa temporada histórica, el Córdoba, logró un balance de 17 victorias, 11 empates y 10 derrotas, en cuya clasificación final hubo un cuádruple empate a 45 puntos entre Burgos, Deportivo, Córdoba y Rayo Vallecano, que se quedó sin ascender.
Formaron el once Molina; López Prieto (Cepas, min. 55), Mingorance, Verdugo, Rodri, Torres, Rojas (Escalante, min. 77), Manolín Cuesta, Carrascosa, Rivera y Totó. Los tantos de Manolín Cuesta y de Rivera, unidos a la derrota del Deportivo de La Coruña, hacían matemático el sueño del ascenso. La plantilla acabó en la Feria, donde fue recibida por el alcalde, Antonio Alarcón, en la Caseta Municipal, y luego lo celebró de manera más íntima en el Restaurante El Barril. Aunque los grandes festejos del ascenso quedaron para el 6 de junio, tras regresar de Castellón después del último partido de liga. Los aficionados fueron a recibir al equipo en la caravana de la gloria lejos de la ciudad y luego más de 10.000 personas celebraron con sus héroes, entre los que también se contaban García, Campos, Varo, Crispi, Jeromo, Diego y Salas, un hito histórico.
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